jueves, 25 de diciembre de 2014

Los regalos que me han hecho

Todo suceso, grande o insignificante... es una señal por medio de la cual Dios nos habla... y el arte de la vida es comprender ese mensaje.

Y creo que la señal que vi el día de hoy es la de dar gracias por lo siguiente:
Gracias por el regalo del trabajo, porque gracias a el supe lo que era la satisfacción de ganar algo por mi mismo, que puedo lograr algo con mis manos, que puedo crear. Desde aquel restaurante en Huatulco, hasta el día de hoy gracias a Ti puedo trabajar.
Gracias por el regalo de los problemas, que hasta el día de hoy fue el más difícil de comprender, ya que yo quería una vida sin problemas, todo resuelto para, simplemente, navegar por mi existencia. Sin darme cuenta que eso no es vivir, sino simplemente vegetar. Ahora entiendo que soy una persona conflictiva, que los problemas son la razón de mi existencia, ya que con cada uno de ellos tengo una nueva experiencia y saco lo mejor de mí para resolverlo.
Gracias por el regalo de los amigos, el cual lo aprendí de niño y lo olvide de adolescente, y que volví a recordar en un hospital de Oaxaca mientras esperaba noticias de mi hija, y que reafirme en una ciudad que no era la mía, sin empleo y sin hogar durante una cena. Y que disfruto a cada momento desde entonces. El dicho tiene mucho de cierto “En la cárcel y en el hospital conocerás a tus amigos”. No son muchos, pero son los suficientes para saber que a través de ellos siempre estas Tu conmigo.
Gracias por el regalo de dar, para el cual no tengo palabras, así que mejor tomo prestadas las palabras de Amado Nervo.
Todo hombre que te busca, va a pedirte algo.
El rico aburrido, la amenidad de tu conversación; el pobre, tu dinero; el triste, un consuelo; el débil, un estímulo; el que lucha, una ayuda moral .
Todo hombre va a pedirte algo.
¡Y tú osas impacientarte! ¡Y tú osas pensar: "qué fastidio"!
¡Infeliz!
La LEY escondida que reparte misteriosamente las excelencias
Se ha dignado otorgarte el privilegio de los privilegios,
El bien de los bienes, la prerrogativa de las prerrogativas: ¡DAR !
¡Tú puedes DAR!
¡En cuantas horas tiene el día, te pareces a ÉL , que no es sino dación perpetua, difusión perpetua y regalo perpetuo!
Deberías caer de rodillas ante el Padre y decirle: "Gracias porque puedo dar Padre mío.
Nunca más pasará por mi semblante la sombra de la impaciencia"
¡En verdad os digo que vale mas dar que recibir!
Te agradezco el regalo de la gratitud, el cual lo recibí sin palabras, sin dinero, sin fama ni aplausos, en la parte trasera de una ambulancia de parte de una persona que no conocía y de la cual jamás supe su nombre, pero que me entrego ese regalo en forma de una sonrisa.
También agradezco el regalo de la familia, el cual empecé a comprender cuando mi abuela estaba grave y termine de comprender cuando nació mi hija Frida. Gracias por mi familia.
Gracias por el regalo de aprender, no solamente de las escuelas, sino de todas y cada una de las personas que han estado a mi lado, por todos los maestros que pusiste en mi camino, que me dieron inspiración por conocer mas del mundo y de lo que me rodea, por no quedarme solo con lo que me dicen, sino descubrir por cuenta propia. Por esta escuela que es la vida… Gracias.
Gracias por el regalo del dinero, por enseñarme que es un medio y no una meta, por hacerme ver lo que puede suceder si me dejo llevar por el, y todo lo que se puede lograr cuando se tiene y se usa sabiamente.
Te agradezco el regalo de la risa, la cual nunca falto en cada uno de los 13439 días que llevo recorridos, Es ella y el llanto las notas que hacen la sinfonía de mi existencia más llevadera y no se que hubiera hecho todo este tiempo sin ellas.
También te agradezco el regalo de un buen día, y te pido disculpas por hacerlo hasta ahora, pero necesitaba leer las señales del camino para saber que era el momento de hacerlo. En compensación, te prometo que agradeceré el resto de los días que tenga el placer de recibir, y procurare darle un sentido a cada uno de ellos.
Gracia por el regalo de mis sueños, no hay mucha gente que los tenga, y son menos los que tienen el valor y arriesgan todo por conseguirlos. Gracias por permitirme hacer de cada uno de ellos una realidad, por vivir la experiencia de realizarlos. Pero mas aun  por permitirme ayudar a los demás a realizar los suyos, Que sea un instrumento que inspire y motive a los soñadores que se arriesgan y abandonan la seguridad por la incertidumbre y pagan con gusto el precio de un sueño.
Pero sobre todo, gracias por el regalo del amor, por poder decir te amo sin vergüenza, aun sin ser amado, por amar a alguien por el simple hecho de existir, y seguir amando aun cuando ya no esta presente. Porque es el amor el que nos hace sobreponernos a la adversidad y enfrentar nuestro destino con una sonrisa. Esa gota de divinidad que dejaste en cada uno de nosotros para que no olvidemos de donde venimos y hacia donde tenemos que ir. Paulo Coehlo dijo:
Para el guerrero, no existe amor imposible.
Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo. Sabe que, tras la máscara de hielo que usan las personas, existe un corazón de fuego.
Por eso el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien, aun cuando esto signifique escuchar muchas veces la palabra “no”, regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.
Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada.

Maestro,  Gracias por esta enseñanza... Gracias por todo.

Fernando Cadena.

lunes, 8 de diciembre de 2014

El samurai, el monje zen y el gato.

Erase una vez, hace mucho tiempo un fiero y sin embargo devoto samurai. Un día se encontraba pescando cuando sacó del río una magnífica carpa. En ese momento un gato surgió detrás suyo y le birló el pescado. Poseído por una repentina furia, con los reflejos y la rapidez propios de los de su clase, sacó su katana y de un mandoble partió al gato por la mitad. Al instante se arrepintió: había dado muerte a un ser vivo de forma innecesaria.
En la batalla, su deber como el de los otros guerreros a los que se enfrentaba, era matar o morir y así lo aceptaba, pero ahora el gato no representaba ningún peligro para él, de hecho ni siquiera necesitaba pescar para comer, lo había hecho sólo por entretenerse.
Trató de desechar esos pensamientos como una tontería, pero poco a poco el remordimiento se fue apoderando de él: empezaba a oír al gato constantemente en su cabeza, ¡miau, miau!. El rumor del viento y del arroyo transportaban “miaus”. La gente hablaba con él en maullidos; de noche, si dormía, sólo soñaba con”miaus”. En la batalla, el enemigo atacaba profiriendo sonoros “miaus” y los gritos y lamentos de los heridos eran lastimosos “miaus”. Hasta que llegó un momento en el que él mismo se había transformado en un gran y penoso “MIAU”.
No pudiendo soportarlo más, acudió a pedir ayuda a un templo cercano. El monje le contestó: “tú eres un guerrero, ¿cómo has podido caer tan bajo? La única solución para lavar tu honor es que te hagas sepuku (harakiri) aquí y ahora mismo. Sin embargo, soy monje y siento piedad de ti: cuando te abras la barriga te cortaré la cabeza con tu katana para ahorrarte sufrimientos.”
El samurai se preparó sin más dilación para la ceremonia, se arrodilló y apoyó el puñal contra su cuerpo. En ese momento el monje le preguntó: “¿Oyes ahora los miaus?”
-“¡Oh! No, ¡ahora no los oigo!” Contestó el samurai.
-“Entonces no es necesario que mueras.”