viernes, 7 de noviembre de 2014

Dogen Zenji tuvo la siguiente experiencia cuando estaba en el templo Keitokuji en la Provincia Chekiang, China. Un día que iba a visitar a Myozen, su compañero de viaje que se estaba recuperando de una enfermedad en el hospital, pasó por la Sala del Buda. Allí vió a un viejo monje con la espalda curva como un arco y las cejas blancas como plumas de grulla. El viejo monje secaba hongos sobre las baldosas del patio, uno por uno.
Era un trabajo ingrato y abrumador. Su espalda estaba tensa como un arco y sus blancas cejas parecían un penacho.
Se acercó y le preguntó:
"¿Qué edad tenéis?".
"Sesenta y ocho años."
"¿Por qué no le pedís a un sirviente que haga esta tarea?"
“Los otros no son yo”, respondió el cocinero con dureza. Dogen sentiría que un puñal le clavaba el pecho.
"Veo que os ceñís a la regla de los antiguos, pero ¿por qué hacer esta tarea bajo el ardiente sol?"
"¿Dejarlo para más tarde?, ¿para cuando?"
Este segundo puñal penetró aún más profundamente que el primero. Las palabras del monje eran verdaderas joyas, y cada una hizo eco en el interior de Dogen, quien se sintió incapaz de decir nada más.
Más tarde escribió: “Abandoné el intento. Pero mientras caminaba por el pasillo me di cuenta en mi interior de la importante función de su trabajo”.
“Los otros no son yo”. Esta declaración define la ubicación en el espacio, el “aquí”. Y “¿Qué otro momento debería esperar?” define la ubicación en el tiempo, el “ahora”. “No otra persona – Yo; No otro momento – Ahora”. La Realidad es el lugar en donde este "aquí” y este “ahora” se cruzan
Tenzo kyokun
Maestro Dogen.

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